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Los desaparecidos de la crisis

Llueven piedras sobre objetos y personas, gotea el caos y la obscenidad. Una crisis es algo manejable, delineable, observable para demarcar: esto es una tragedia. Las repercusiones todavía ni siquiera han terminado de empezar. Y el presente ya es el futuro anunciado en la campaña; en el ánimo se registra que no hay vuelta atrás.

Estamos a unos días de empezar el tristísimo sálvese quien pueda y por lo que intuyo, también dejará tristes secuelas.

Salir a la ventana, orientar la vista entre esas nubes, me ha mostrado que hay muchas respuestas con las que podría empatizar. Amigos profesionales se agrupan, desconocidos con mismas ideas se asocian para elevar sus voces, una enorme cantidad de personas con argentinidad en las venas marcha, se mueve, se activa y ver este tipo de gestos públicos me emociona. Sin embargo, ante esta nueva plataforma democrática que se va a imponer a la fuerza, estoy shockeado. No he podido salir del pantano de la neurosis por lo que no he codificado cuál es el mejor camino para este proyecto editorial.


Estoy en eso.

Ahora mismo, en vivo, en voz alta.


¿Qué hago? Es fácil. El asunto es cómo lo seguiré haciendo. Y qué tanto el contexto tiene que hacer eco en los movimientos de la editorial. Es una época de fuertes decisiones y creo que veré a un montón de editoriales listas para tomarlas a costa de vaya a saber uno qué color del dolor dentro de su paleta de sensaciones.


Algo clarísimo: no puedo pagar los costos que venía pagando. Por lo que decanta, sin demasiado misterio, que mi trabajo deberá ser más barato en materiales y uso del recurso tiempo. Esto es importantísimo, me estoy dando cuenta, porque desde que lo tipee lo estoy mirando con una cantidad de imágenes que recorren mi cabeza para explicarme de qué manera abaratar costos. No hay problema alguno: bajaré los costos de los materiales, así sean de una peor calidad, y achicaré la cantidad de pasos para hacer los libros por lo que nacerá una nueva forma de estética, una estética de batalla, una estética diferenciada y clasista. Habrá ediciones de lujo y ediciones baratas. Para los que tienen y los que no tienen. 


¿Está bien? ¿Está mal?


No descubro la pólvora, ya lo sé. Pero en este proyecto es una decisión importante porque nunca había tenido que pensar en sobrevivir. Y ahora es: o me abarato o desaparezco. Tampoco me interesa abaratarme con dignidad. Es humillante y no me molesta vivirlo así: no es mi intención abaratarme, estoy con el chip de la supervivencia y no lo elegí. En este contexto horrible, tampoco hay mucha atención a los detalles. En una batalla los gestos tiernos casi no existen, los llantos colectivos te contagian nubes negras por lo que la vestimenta piloto y paraguas resulta inevitable. Intuyo, también, que esta actitud de batalla me volverá más egoísta; no querer ver cómo se desvanecen proyectos editoriales solo porque me sugestionará para que el mío también se desvanezca. Sentir esa tristeza profunda porque un grupo de ideas va a dejar de circular y no morirme de esa tristeza...

¿Cómo se logra sino cerrando los ojos?

Entiendo que no estaré orgulloso de ese gesto mío.


Ahí tengo dos grandes objetivos: lograr abaratarme con gestos tiernos (averiguar qué sería un gesto tierno en términos de política editorial) y ser lo menos egoísta posible.


En este nuevo camino, la comunicación será más importante que antes. Pero, insisto, no quiero romantizar la supervivencia. Es un estado horripilante. Es feo, es triste, es deprimente. Eso no lo voy a esconder: pero le voy a poner onda, claro. No sé si los colores en el diseño, no sé si el formato motivacional que jamás usé antes, no sé si la presencia constante para rebotar con lectoras y lectores, pero le voy a poner onda.


Ya he visto algunos proyectos que están mostrando su trabajo. Hay uno que arranca diciendo que quizás el editor tiene cáncer. Hay de todo. Es un poco mucho, igual. Siento que si me pongo a contar todos los detalles de mi vida como persona a cargo del proyecto voy a generar un tipo de respuesta que no va a servir ni a la editorial ni a los autores ni al futuro del proyecto. Tengo que pensar en positivo y eso me dice: si salís de esta y pasás al otro lado del puente, vas a recordar todo lo que hiciste y, por favor, que no te provoque humillación las cosas que tuviste que hacer para sobrevivir. 

Rogar, para mí, debe ser de lo peor que puedo hacer como ser humano. Me resulta, incluso, asqueroso, verme arrodillado, rogando. Lo he hecho, varias veces, a lo largo de toda mi vida. Y de cada una me arrepiento con profundo dolor.


Para el año 2020, esta editorial volvía con todo, pero cayó la pandemia. En 2021 casi no valía la pena el esfuerzo por crear nuevos libros ya que la fuerza necesaria para seguir de pie fue tan agotadora que no me dio para más. Y en 2022 volvió a encaminarse el proyecto con gran entusiasmo. Pero 2023, otra vez, volvió a golpearme. A lo largo del año fue decayendo el interés por el presente y creció la preocupación por el futuro. Para diciembre ya era todo angustia y destrucción por lo que este año 2024 el único objetivo es sobrevivir.

Ideas sobran, gestos y movimientos también. Estoy en el proceso de regenerar el proyecto a partir de reflexionar sobre estas cosas este mes de febrero de 2024 y el que viene. En el medio sigo cada hecho de importancia de mis colegas. Están todas en una. Y me alegra porque, para ser honesto, veo cómo les resultan los movimientos o gestos que hacen y me da una especie de muestra del alcance de sus convulsiones editoriales. Todo muy gore.


En principio, pausa.

En principio, hasta abril.

En principio, reacomodar, cerrar las puertas y limpiar adentro, acomodar los cuadros en las paredes, destapar las cañerías, abrir las ventanas pero no mirar por ellas, concentrarme en que cada problemita de la casa tenga su solución y, mientras tanto, proponer, tirar ideas, jugar a ver qué puedo ser o cómo, idiotizarme sin ningún reparo al imaginar que me va bien y que todo lo que me propongo saldrá maravilloso.


Luego, abrir la puerta y salir a observar más preparado.

Lo que estaré viendo no será agradable a la vista.



Votación de la Ley Ómnibus
Votacion Histórica


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