El peor enemigo
- Lucas Oliveira
- 26 abr
- 3 Min. de lectura

Siempre digo que soy competitivo. El otro día le contaba a una de las mejores editoras del país que para mí había una tabla de posiciones, como si fuera un torneo. Y que mi plan era conseguir la mayor cantidad de puntos para lograr sostener a la institución Funesiana en la mitad de tabla, lo cual ya era un logro.
Trabajar en este tipo de libros otra vez me enfrenta a un montón de desafíos. Organizar, contener, compartir, admirar, intercambiar, planificar… son demasiadas cosas las que se pueden hacer con una persona que publica en la editorial. Y como mi principal trabajo es básicamente filtrar con quiénes trabajo, resulta que las personas con las que investigo sobre cómo intervenir en este mundo son exactamente lo que deseo para eso; en sus estéticas pero también en sus desafíos personales, en sus curiosas y diversas personalidades, en sus excentricidades.
Para que las universidades del mundo formen editoras deberían modificar un pequeño asunto: tienen que enseñar varias carreras y condensarlas para que parezca una sola. Las editoras que admiro son expertas (no dije que “conocen”, no, dije EXPERTAS, dominantes absolutas del oficio, maestras del uso de sus recursos para transformarlos en TODOELMUNDO SABE QUIÉNHIZOESTELIBRO), decía, las editoras que admiro manejan herramientas de diseño gráfico editorial, de comunicación social, de contaduría, de psicología, de bibliotecología, de comercialización… si yo tuviera que explicarle a alguien lo complejísimo que es autopercibirse un editor creo que empezaría por ahí: tenés que dominar con gracia y elocuencia todo tipo de magias racionalísticas de belleza excéntrica y efímera. Y aún así creo que no podría terminar de explicar bien lo que te puede llegar a pasar como editor.
Si te cuento de cada una de las anécdotas que escucho de editoras que conozco creo que te darías una mínima idea de que, más que una carrera, el oficio de editor es una aventura.
Semana 17 de 2025
Ya tengo a disposición las fotos de todos los autores que saldrán en la colección de Elsa Drucaroff. Estoy en llamas porque logré uno de mis objetivos: conseguir que alguien quisiera dirigir una colección en la editorial. Y no lo pedí: Elsa se ofreció. Eso lo considero muchísimo más elogioso para el trabajo que vengo haciendo así que vuelo de la felicidad.
Ya tenemos fecha de nacimiento del libro de Federico Levín así que en breve compartiré las novedades en las redes así conseguimos una carta astral y distintos pronósticos fabulosos sobre la obra de Fede que es de una complejidad maravillosa. Como es él, un ser humano lleno de curvas tan entretenidas como vertiginosas.
Tengo los manuscritos de Lautaro, Telma y casi casi de Mauro que ya están a punto caramelo. Es la primera vez en la historia de esta pequeña editorial que voy a sacar tantos libros tan complejos y diversos entre sí tan rápido.
¡Tan!
Ya estoy llegando tarde porque, de hecho, quienes conocen este milagro que pretendo llevar a cabo saben de memoria el orden que todavía no se cumplió:
Levín con su novela de los cambios,
Dorr con su costicismo enamorado, 5 novelas a la carte
Elsa con sus 6 novelas y libros de cuentos,
el resto de autores a punto caramelo desde Villalba, Spregelburd, Rivas, Terlizzi Prina y Marc Caellas que medio que ya es muy chica la editorial para un libro como el que estoy leyendo de Marc
Pequeña disgresión: Marc me mandó ese libro hace ocho años. ¡Ocho años! ¿Cómo alguien te manda un libro hace 8 años y vos le escribís para decirle “hola, amigo, lo estoy empezando a leer creo que me gusta qué te parece si lo pienso para la editorial”? ¿Cómo? Es obvio que te va a decir que no. Obvio. Además: 8 años. Una eternidad. Ocho años atrás este país era una isla.
El tamaño de la editorial Funesiana que “yo editor” percibo es un tema finísimo, chiquitísimo pero divertidísimo aunque no para cualquiera que tenga el alma sensible. Es una charla para editoras que saben poner los puntos sobre las íes. En mi fascinación por la profesión siempre pensé que estaría lleno de estas muchachas habilidosas en el dominio de las artes gráficas atinadas al material editorial. Pero no; no hay muchas. Son contadas con los dedos de la mano las que saben editar y encuadernar a la vez. Está muy difícil cuadrar para ser editor artesanal porque requiere de la noción de diversas artes con una diversidad voraz.
Y me estoy olvidando muchas cosas que seguramente agregue al final del documento.
Eso merece una charla: este fragmento de mi vida, en unos años, será obsoleto. Y está bien.
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